Historia del billar en el Círculo de Amistad

El Billar, el Ajedrez y el Tenis de Mesa, han sido durante muchos años, antes de la inauguración del Club Deportivo de Barranco Grande en 1985, los tres deportes de referencia del Círculo de Amistad XII de Enero. Repasando los anales de la Sociedad se puede comprobar que, desde principios del siglo XX, el Billar en la modalidad de Carambola Libre se practica asiduamente en nuestras instalaciones.


En los años treinta está contratado un profesor de la especialidad e incluso se celebra un torneo social del que surge una selección que compite con un equipo de La Laguna.
La historia del Billar en Tenerife corre paralela con la del Círculo de Amistad, ya que, en la primera mitad del siglo XX, muy pocas sociedades isleñas poseían mesas reglamentarias.  
Entre los pioneros de este deporte se puede citar a jugadores tan destacados como: Facundo Tacoronte, Quintín Melo, Juan de los Mártires, Manuel Pérez Trems, Arturo Barreto, Lolo Padrón, Juan del Toro “Nimedia”, cronista oficial de la época, y, sobre todo, Enrique Díaz, el perfecto billarista del Círculo, afable, reposado, elegante, científico y señorial, que se convierte en el paradigma del deportista ideal del taco y la tiza de aquellos tiempos.
En los años cincuenta, en la sala específica que el Círculo posee entonces, se puede disfrutar de la excelente clase de jugadores tan emblemáticos como: el sobrio y siempre efectivo Miguel Rancel; el veloz y completísimo Dionisio Casañas; el infatigable batallador Pedro Carrillo; el sorprendente Benigno Couto; y el talentoso y deslumbrante Argeo Semán, también magnífico futbolista, ajedrecista y pimponista.
En los años cincuenta, en la sala específica que el Círculo posee entonces, se puede disfrutar de la excelente clase de jugadores tan emblemáticos como: el sobrio y siempre efectivo Miguel Rancel; el veloz y completísimo Dionisio Casañas; el infatigable batallador Pedro Carrillo; el sorprendente Benigno Couto; y el talentoso y deslumbrante Argeo Semán, también magnífico futbolista, ajedrecista y pimponista.

Los cinco vienen a entrenar asiduamente a la Sociedad y son vistos por los aficionados como poseedores de una fantástica precisión imposible de alcanzar.  

En los años sesenta, surge un brillante trío de figuras, ya especializado directamente en las modalidades de Tres Bandas y al Cuadro 47/2, variantes que, por entonces, ya se enseñorean de las competiciones oficiales del Billar federativo.  

Estas nuevas estrellas del deporte del paño verde son: el frío, templado e imaginativo Luis Díaz; el finísimo y genial José Rodríguez Álamo “Chicho”, que milita en el Puerto de la Cruz; y el excepcional, sorprendente y magistral Manuel Reyes, una auténtica leyenda deportiva de nuestra Sociedad y del Billar canario en general, que ha defendido con notable éxito los colores del Círculo de Amistad, tanto a nivel insular, como archipielágico y nacional.  

Todavía sigue en activo y ganando además, con rara naturalidad, torneos de la  máxima categoría.  

En los años cincuenta y sesenta, los jugadores del Círculo logran importantes triunfos en los más variados campeonatos oficiales que por entonces se celebran, tanto a escala provincial como regional y nacional.
En los años cincuenta, en la sala específica que el Círculo posee entonces, se puede disfrutar de la excelente clase de jugadores tan emblemáticos como: el sobrio y siempre efectivo Miguel Rancel; el veloz y completísimo Dionisio Casañas; el infatigable batallador Pedro Carrillo; el sorprendente Benigno Couto; y el talentoso y deslumbrante Argeo Semán, también magnífico futbolista, ajedrecista y pimponista.
En los setenta y ochenta, nuestro equipo representativo y varios jugadores individualmente, participan en diversos Campeonatos de España de las modalidades de Tres Bandas y al Cuadro 47/2.  

En 1989, durante varias temporadas, el Círculo de Amistad se incorpora a la Liga Nacional de Billar a Tres Bandas (Campeonato de España por Equipos de Clubes), con la injusta condición impuesta de que el equipo canario tiene que jugar todos sus encuentros en la Península.  

Por estos años sobresale una nueva figura, Eduardo Martínez, que se muestra como un sólido y peligroso competidor. Más tarde, hace su aparición Baltasar Pérez, un jugador que, a base de afición y constancia, se consolida como el más reciente y preclaro as de la última generación de billaristas del Círculo.